Rolando Sarmiento Ricart.El representante de los Estados Unidos en la Asamblea de las Naciones Unidas, donde la mayoría universal votó en contra del bloqueo a Cuba, defendió dos tamañas mentiras: Que el cerco económico, comercial y financiero a la Isla no es genocida, y que el asedio impuesto por medio siglo, es un asunto bilateral.
La Resolución Cubana, expuesta por el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, desnudó de cuajo las falsas aseveraciones y la réplica mambisa y rebelde que selló el tema 41 de la agenda multinacional, fue un puntillazo de verdad sin respuesta para otro pinocho más de la Casa Blanca y su tristemente célebre delegación.
¿Es que acaso negarle el agua, la comida, la medicina, la luz… y encima agredir bélica, biológica e ideológicamente a un pueblo no es genocidio?
Pero los hechos unilaterales, no se limitan al empleo de todos los medios posibles de la potencia imperial más poderosa del mundo contra un pequeño país vecino, al cual le aplica, porque sí, una guerra no declarada, silenciosa.
El bloqueo yanqui ha sido, además, un pretexto para demostrar a la Unión Europea y otras naciones “socias”, que quien gobierna al planeta son los Estados Unidos y ¡Cuidado!: el que comercie con Cuba, facilite una medicina para salvar la vida de un niño, de cualquier humano, intercambie un paquete de leche en polvo, un plato de frijoles… será sancionado por terrorista.
Entonces, ¿El conflicto unilateralmente creado por los sucesivos gobiernos estadounidenses, es bilateral o extraterritorial? ¿Quién aplica el terror? ¿Quién agrede a quién?
Obvio, la mayoría de los países del orbe ya aprendieron a mirar por debajo de la capa de Superman y todo el mundo sabe (187 votos consecutivos para poner fin al bloqueo), que las adiciones de las “leyes” Torrecille y Hemls Burton sirven de instrumentos “legales” para internacionalizar y boicotear las relaciones económicas, comerciales y financieras exteriores cubanas, cuyas transacciones son perseguidas y sus finanzas robadas, NO embargadas, porque es a Cuba a quien los Estados Unidos debe en lo material cifras superiores a los 751 mil millones de dólares por el bloqueo, y en sufrimiento, carencias y vicisitudes es impagable la cuenta deudora con el pueblo cubano.
Pero la solidaridad, esa que ni se vende ni se compra, ni se bloquea y mucho menos se negocia, crece hasta las altas cumbres de la tierra, donde una mano de la Isla asediada salva una vida, enseña una verdad, regala una sonrisa o la recibe a cambio de nada, porque el amoral bloqueo imperial en fase terminal (ahora herido es más peligroso), nunca podrá justificar su genocidio, frente a la justeza de las ideas de tantos pueblos que acaban de aislar sus mentiras.
Sin embargo, el “flamante” Premio Nobel por la Paz, Barack Obama, una vez más, tiene la mesa servida para ganarse el precipitado galardón: Por un lado, puede liberar de inmediato a los cinco antiterroristas cubanos encarcelados en prisiones del imperio, mientras Luis Posada Carriles, Orlando Bosh y otros dinamiteros confesos se pasean por la libre en el país que dice combatir el terrorismo, y por el otro, no debe desaprovechar el consenso universal de la ONU para levantar el bloqueo a Cuba, que diez administraciones precedentes a la suya mantuvieron empecinadamente frente a una Isla soberana y socialista que jamás volverá a ser un burdel de los marines USA.
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