¿De cuál democracia hablan?



Lo viejo, por lo general, se resiste a lo novedoso por ese hábito añoso que consolida el conformismo de que toda la vida ha sido así y nada debe cambiar, sin embargo, no es el caso de las elecciones en Cuba: la mayoría adulta que se quedó aquí después de 1959 no quiere ni acordarse de aquellas farsas tragicomedias que removían los cimientos populares de las grandes necesidades sociales disfrazadas de un clímax “festivo” de congas, pasquines, altoparlantes, plan de machete, compra de votos a cambios de falsas promesas y fraudes en las urnas.