Testigo de puño y letra: Alfabetizadores de Romanillo

Hace cincuenta años conocí a René Cardona Fuentes, en Romanillo, comarca de Morón, Ciego de Ávila, donde, en apenas 12 bohíos dispersos, vivían humildes pequeños agricultores y jornaleros de la caña de azúcar.
Él, era el más chiquito de los cinco brigadistas “Conrado Benítez”, llegados al lugar sin más equipaje en la mochilita de caqui que la cartilla, el manual Venceremos y el farol chino para alfabetizar a casi la mayoría del caserío rural.
Cuando la campaña de alfabetización yo solo había aprobado el sexto grado y mi papá no quería que me enrolara en la campaña. Insistí y salí de mi casa en Florida, sin saber que me ubicarían muy lejos, en el bohío de Mercedes Borroto Muñoz “Chea”, para darle clases a ocho analfabetos y compartir con ellos las duras faenas del campo”
Romanillo, entonces era un emporio donde los naranjales de los hermanos Troya Amador, los cultivos varios y los cañaverales se besaban por encima del estrecho e intransitable camino real en primavera, cuya entrada y salida o viceversa se hacía por el Mijial (ramal ferroviario entre Pina y Morón) o el Naranjo, más distante, zona que en el año 1961 carecía de escuela, consultorio del médico de la familia ni disponía de mínimos servicios sociales, a no ser una tienda del pueblo en el mismo corazón de la antigua colonia cañera, vía expedita para el tránsito de alzados entre las lomas de Cunagua y El Escambray.
Recuerdo el paso de los alzados por las noches que, para proteger a los vecinos y a nosotros los brigadistas, los campesinos crearon las milicias armadas con escopetas de caza, uno que otro revolver y machetes.
Sin embargo, varias veces para cobrar el estipendio de 10 pesos, fuimos en bestias prestadas hasta el Naranjo, hoy una zona turística, pero hace medio siglo solo una tienda a la orilla de un río, a la cual se llegaba por un sendero muy desolado forrado de monte. Iba en una yegua que me tenía un odio tremendo, solo su dueño podía montarla y todo el camino trataba de virarse para morderme. Fíjate si me tenía odio, que pasados algunos años de la campaña de alfabetización, volví al lugar y la yegua, maltrecha porque le había caído un rayo, me reconoció e intentó caerme a mordiscos.
Mercedes “Chea” me acogió en su pobre hogar como un niño. Compartí con esa familia los buenos momentos y la diaria cargadera de agua con cubos y vara entre platanales. Sí, ella era la persona más obesa de esa zona: una vez vino de visita a mi casa en Florida y tuve que abrir de par en par las dos hojas de la puerta para que pudiera pasar.
Enseñé a leer y escribir durante la campaña de alfabetización a ocho campesinos y di seguimiento a cinco muchachos antes de marchar para el acto nacional el 22 de diciembre de 1961 en La Habana, histórico día cuando Cuba se declaró territorio libre de analfabetismo”.
Y René, hoy jubilado del sector de la construcción en Camagüey, vida destacada en las obras de la voluntad hidráulica ideada también por Fidel, coincide con aquellos cuatro brigadistas de Romanillo, con los más de cien mil de todo el país en que:
No solo dejamos nuestros hogares en un contexto político-económico muy difícil para enseñar y educar: con el concurso de los propios campesinos construimos excusados, escuelas rústicas, demostramos que la diarrea y vómitos de los niños no era mal de ojo, si se hervía el agua, se cocinaban bien los alimentos, se iba primero al médico y no al santero, y todos antes de tocar al “vejigo” se lavaban bien las manos. Demostramos que la luz que rodeaba la casa del viejo Romero, no era un muerto en pena, sino fuego fatuo; que cuando la gallina canta como gallo y grazna la lechuza no se muere alguien ni hay mala suerte, tampoco que hay que tapar los espejos durante la tormenta para evitar relámpagos y rayos…
En fin, Nelson Mantilla, Francisco Alonso, Pablo Rodríguez (fallecido), Rolando y yo, los cinco brigadistas de Romanillo, aprendimos de la gente de la tierra la pureza e inocencia de sus sentimientos y las inagotables reservas de la naturaleza, y llenamos de honrosas ampollas las manos de enseñar Revolución”.

Testigo de puño y letra: Una hazaña educacional

Aquel atardecer de hace 50 años, Cacahual, era un pequeño asentamiento de haitianos entre Pina y Morón, hoy municipios de la provincia de Ciego de Avila. El camión cargados de alfabetizadores "Conrado Benitez", detuvo la marcha a la entrada del humilde caserío y habitantes de todas las edades y tamaño rodearon el vehículo para escoger a su maestro.

USA usa los Derechos Inhumanos

Si  los avatares para vivir o sobreexistir en el actual mundo estremecido por las fuerzas de la naturaleza agredida por el propio hombre y las destructivas guerras de rapiñas no fueran tan conmovedores hasta para los más fuertes sentimientos humanos, podría pensarse que el doble decir y hacer de los Estados Unidos y sus aliados europeos y de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), es una irónica parodia burlesca de los derechos humanos.