No se puede vivir ajeno al prójimo

Desde que el hombre surgió en la vida planetaria, necesitó unirse para defenderse del medio hostil circundante y para comer y vestirse dependió de otros semejantes para cazar los grandes y agresivos animales de entonces.
Eso sí, más de dos humanos requieren comprensión mutua para ponerse de acuerdo en el éxito de un objetivo común, y de tres personas en adelante, alguien tiene que ser el jefe; sin embargo,  no todos los líderes son ejemplos en las buenas y en las malas, y los líderes negativos, representantes de las minorías poco o nada arriesgan porque el egoísmo del poder los ciega y los cree inmortales.


Esos, los últimos, son quienes hoy en el herido planeta tierra por los propios hombres, quieren ultimarlo de una vez por toda con la guerra nuclear, como si la humanidad milenaria fuera una mercancía más que se vende o se destruye según los precios resbalantes del mercado.
Estados Unidos e  Israel, su ahijado equivocado del Oriente Medio, ignoran la paz y los reclamos pacíficos que desde distantes parajes del Universo se unen hoy para evitar la guerra contra Irán, que será también un holocausto bélico universal impredecible, no importa lo distante en que nos encontremos del teatro de operaciones en conflicto.

Algunos ignorantes  partidarios de las bombas y de la destrucción humana, piensan que estando su familia a buen recaudo en el hemisferio occidental, bien lejos del escenario Irán y de las zonas que, inexorablemente tendrán que participar en la confrontación de las armas totales , nada le compete, nada le pasará. !Graso error! Supongamos, que una parte del mundo no reciba de lleno los artefactos de destrucción masiva, ¿Cómo vivir sin el resto del planeta, suministrador de alimentos y riquezas para desarrollar la economía y la supervivencia humana?

Todo quedará arrasado, calcinado, no como Hiroshima y Nagasaki en Japón, que sólo representa una micronésima de potencia nuclear comparada con lo que se avecina. Las enfermedades envenenarán la tierra chamuscada y la atmósfera se hará irrespirable.

Los especialistas bélicos,no obstante, abogan porque se usen en armas convencionales de guerra, macabros inventos nucleares semejantes o más potentes que las bombas detonadas por los propios Estados Unidos en las mencionadas ciudades japonesas.

En fín, los menos que lo quieren todo a costa de la hecatombe mundial, prefieren la guerra; los más, ,los que han luchado siempre por los muchos a cambio de nada, como Fidel Castro Ruz, que no es Premio Nobel de la Paz, porque ese premio no se merece a Fidel, no se cansará de prevenir y prevenir los enormes sacrificios que pagará la humanidad si la guerra de Irán sucede.

Es evitable la destrucción nuclear -ha repetido muchas veces el líder de la Revolución Cubana-, depende del presidente Obama.

Al llamado de Fidel deben sumarse quienes aman al prójimo, no importa la filiación política o religiosa,  se necesita  sólo un requisito universal: ser humano, respetar el derecho ajeno y amar la vida en toda su dimensión planetaria.

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