Belicosas: ¿Una cajita de polvo?
San Salvador de Zaire, Maquela do Zombo, Damba… fueron los primeros puntos geográficos conocidos de la frontera norte aprendidos in situ: Desde allá llegaban bajas cubanas por las minas antitanques sembradas durante la contraofensiva FAPLA-FAR frente a los mercenarios sudafricanos, y fantoches del FNLA, que soñaron festejar en Luanda la victoria de noviembre de 1975.
Después de sacar al enemigo invasor por donde mismo vino, el Regimiento Norte de Infantería Motorizada reforzado, mantuvo hasta 1979 la vigilancia del vasto territorio fronterizo, porque en Zaire seguía el mismo Mobuto Sese Seko, quien apoyó la invasión a Angola y permitió después la permanencia de miles de legionarios militares extranjeros al acecho de la recién proclamada República Popular de Angola.
Fuera de la unidad permanente en la base aérea de Negage, las fuerzas cubanas, actualizaban las posiciones exteriores. La tropa bisoña y los reservistas combinaban constantemente los conocimientos aprendidos o repasados en las clases impartidas de las diferentes tecnologías de guerra sobre un teatro real de operaciones, compartido con los hermanos angolanos de las FAPLA.
Así jefes, oficiales, sargentos y soldados se mantenían en forma con el ¡De píe! al amanecer, ejercicios matutinos, largas marchas a pasodoble, instrucción combativa, guardias, guardias y siempre alerta, hasta el silencio para el descanso nocturno, muchas veces interrumpido por toques de campanas o sirenas llamando ¡al combate! y en columna hasta las posiciones de la defensa en la frontera.
Sin embargo, la intensidad de la vida militar a miles y miles de kilómetros de la querida Cuba, del hogar, siempre tema presente en toda conversación, se rompía de vez en vez, con la práctica de deportes, los cumpleaños colectivos, y la inevitable algarabía de la tropa cuando por el cielo gris de Negage aparecía el Chipojo, verde, como nuestro caimán, con las ansiadas cartas que tanto se demoraban… y, por supuesto, ninguna conmemoración patriótica, como aquí, se pasaba por alto.
Para un 2 de diciembre constitución de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, escogida esa fecha porque un día como ese de 1956 el líder de la Revolución Fidel Castro Ruz, desembarcó en Las Coloradas, en el oriente del país, con 82 expedicionarios y se produjo el alzamiento de Santiago de Cuba, acontecimientos que a la postre derrotaron al dictador Fulgencio Batista y a su sanguinario ejército, se organizó en el Regimiento Norte un maratón de tantos kilómetros a recorrer por aniversarios cumplidos de las FAR.
Eran más de 20 kilómetros a vencer y la meta se instaló en la Posta 1, de la gran unidad. La compañía de Comunicaciones, sobresaliente en todas las actividades, no se había refrescado con relevo inmediato, pero el alto y delgado liniero Valdivia, sacó la cara, embullado por un joven habanero que hacía poco había llegado para el pelotón de seguridad y, además, corría la maratón en Cuba.
En distintas “metas volantes” pusimos comunicadores con equipos de onda ultracorta para seguir la carrera; Durante los primeros kilómetros Valdivia y aquel muchacho encabezaron la carrera, hasta que pasada los seis o siete kilómetros de la largada por la ondulante carretera Camabatela-Negage, los operadores repetían solo un nombre: ¡Valdivia, por aquí pasó Valdivia…!
Al principio la Compañía de Comunicaciones saltaba alborozada, pero ¿Tan rápido corría Valdivia, con ese cansancio del tiempo en la misión internacionalista y él que era tan melindroso para comer?
Valdivia, en realidad venía hacia Negage pero sobre una camilla de la ambulancia del Regimiento, provocado por el esfuerzo descomunal y ejemplar realizado.
Otro 2 de diciembre, la Base Aérea se engalanó para la celebración: se pintaron con cal las aceras, los postes de hormigón de las cercas, las piedras que dibujaban nuestra Isla, que decían consignas revolucionarias…y se chapearon los hierbazales circundantes.
Entonces ocurrió lo que ocurrió: un soldado del batallón de Infanteróa Motorizada levantó con su machete lo que el llamó una cajita de polvo. ¿Cajita de polvo?
Recogió el envase circular transparente, y enseguida comenzó la curiosa inspección de mano en mano de aquel objeto no identificado, hasta que los zapadores aclararon el misterio:
Se trataba de una mina antipersonal plástica y saltarina, cuyos balines –hace 35 años- no se podían detectar por los Rayos X y el herido moría de hemorragia interna.
Al momento se despejó el área y una carga explosiva convencional, despareció aquella “cajita de polvo”.
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