!Mujeeeres!

Desde que abrí los ojos a la vida siempre he tenido en derredor una mujer, figura indispensable cual el agua y el aire que se respira. Mi madre, me enseñó a respetarlas tomándose ella misma como base material de estudio, y mi padre, siempre fue un caballero por encima de esa tremenda atracción que tenía hacia la belleza femenina y que me legó en genes y figura hasta la sepultura.


Machista brusco nunca fue, mas era machista criado en la época en que mi abuela nunca trabajó y procreó ocho vástagos; sin embargo, mi mamá, con solo un cuarto grado de la escuela primaria (de antes), tenía una inteligencia natural y una decisión comparada con Mariana Grajales, la madre de los Maceos, por tanto, cuando la Revolución quitó ataduras discriminatorias se empinó y, con su ejemplo, me conminó a seguirla desde aquel Primero de Enero de 1959, cuando Cuba parecía un río revuelto y la reacción aprovechaba la ignorancia cultural para confundir con eso de la Patria Potestad, el envío de niños a Rusia y su regreso convertidos en carne rusa o cuando menos, con el cerebro lavado para aprender el Comunismo !Solavaya!.

Mi madre había trabajado mucho en su corta vida campesina, hasta domó una yegua que mi tio José Antonio le puso la Vená por lo mucho que corría; había planchado para afuera y en pago una vecina le prestaba la libreta para sacar mandados fiados en la tienda La Tuya, en Camagüey, propiedad del gallego y vegetariano Badal (comunista virtual ).

La casa donde vivíamos , tras el éxodo rural, según el amillaramiento, costaba 30 pesos el alquier mensual y mi padre cobraba un sueldo similar en Radio Legendario, ¿de qué vivíamos, cómo vivíamos...? Pasando una canina tremenda, debiendo el alquiler al punto del desalojo y en eso, pasó la caravana de Rebeldes montados en camiones y tanques tirando balas sin explotar a la gente que llenaba el borde de la carretera central.

Ese día estaba mi familia en ese lío: yo recogí balas que todavía conservo, cuando desde el hospital, aún sin terminar, hoy "Manuel Ascunce", tiraron con una cincuenta porque se escapaban unos guardias y los rebeldes lo perseguían y los proyectiles cayeron tan cerca de nosotros que nos lanzamos a la cuneta y enseguida salimos corriendo para el patio de la casa y se acabó la fiesta de vivas y vivas victoriosos.

Después de ese día inolvidable que los barbudos pasaron hacia La Habana, mejoró nuestras vidas: A la escuela pública Perucho Figueredo donde estudiaba yo la primaria, en el Reparto Imán , nunca más les faltaron los libros, las libretas, los lápices...y hasta zapatos escolares repartieron para los que no teníamos sanos el calzado o sencillamente, ocultábamos debajo del pupitre los tenis llenos de huecos. Mi mamá comenzó a trabajar en una farmacia y estudiaba de noche la facultad obrero-campesina y el viejo mejoró el salario.

¿Las mujeres? Mi tia Juanita, vino desde Jobabo y se casó en Camagüey donde vive desde entonces, mis bellas primas se mudaron para Las Tunas, tuve muchas novias, todas federadas, y estoy casado con Margarita, una arquitecta incansable,  trabaja mucho en el diseño de comunidades y en el bloque "Isabel Rubio" de la Federación de Mujeres Cubanas, es muy activa...¿quéééé?, no se los dije, me está agitando para que le ayude a llevar el cake, las empanadillas, la ensalada fría... que ella elabora exquisitamente para la fiesta que este 23 de Agosto, festejaran las mujeres cubanas por el aniversario 52 de la FMC fundada por Vilma Espín y Fidel Castro.

¿No me creen? Siempre cerca de mí hay una mujer, ahora también me acompaña mi suegra Fredesvinda Estenóz de 92 años y ahorita seré como una espina de marabú o un rollo de alambre con púas dentro de un multicolor jardín de risas.

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