Justicia comprada


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 Habría que ver si la frase: Al periodista se le paga o se le pega, pronunciada y ejecutada en Cuba por el tristemente célebre general  Genovevo Pérez Dámera, que se llevó para Miami en sus maletas cargadas de dinero a escasas horas del triunfo de la Revolución, era de su propia cosecha o de factura made in USA, porque su aplicación en metálico en el caso de los Cinco cubanos prisioneros no pudo ser más bochornosa.


Ese modo actuante de desinformación con que preparan las justificaciones de las guerras, en nada difiere de la avalancha propagandística de mentiras publicadas por los “periodistas comprados” en los medios escritos de Miami, quienes arremetieron antes, durante el proceso judicial y después de dictadas las severas sanciones. También en Radio y Televisión Martí, donde cobraban el sucio pago por  tergiversar la verdad y crear un ambiente hostil entre testigos, autoridades encargadas de aplicar la ley y los lectores parciales o ajenos al complot contra Cuba.

El clímax prefabricado por la prensa comprada, impidió desde el mismo día de los arrestos  ilegales y arbitrarios, que se hiciera justicia en los casos de Gerardo Hernández, Fernando González, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y René González, procesados y confinados, mediante un proceso obcecado,  contradictorio y amañado, en el cual las palabras repetitivas en los medios de prensa eran las de culpables y espías, aunque las evidencias, tan importantes para sancionar a alguien en los Estados Unidos, brillaban y brillan por su ausencia, en tanto el terrorista confeso y fugado de una cárcel de Venezuela, Luis Posada Carriles, solo fue “sancionado” por la “justicia USA” por la entrada ilegal a ese territorio y no por la voladura del avión de Cubana en el aire, ni por las bombas mortíferas que preparó personalmente y mandó a poner en hoteles de La Habana y otras instalaciones turísticas.

Es evidente, que más por ser cubanos y defender del terrorismo al pueblo de la Isla, y no por “espías”, los Cinco, en especial Gerardo Hernández, fueron confinados a crueles e injustificadas sanciones, aderezadas con venenosos artículos pagados extra  a “periodistas” que denigran la valiente profesión, en la cual es preferible ser golpeado o dejar de existir por escribir la verdad antes de convivir con la mentira impuesta.

Esa frontera entre vender y prostituir la verdad por la paga apremiante  y humillante, o defenderla hasta la muerte si fuera necesario, marca la diferencia de muchos profesionales de la prensa que desde esta Isla, incluso, dentro de la guarida del odio hacia Cuba,  Miami, desafían la furia terrorista o la histeria extemporánea, para defender la objetividad periodística sin que pierda inmediatez.

El próximo 12 de septiembre se cumplirán 14 años de encierro para los cubanos condenados injustamente en cárceles del Imperio, un ejemplo de resistencia frente a la conjura de Miami, que inspira a la justicia universal verdadera a levantar su voz en todos los idiomas hasta que los barrotes y candados  se abran definitivamente y, los Cinco, regresen a la Patria agradecida.



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