Libia:¿León suelto, mono amarrado?


Cierta vez escuché un cuento sarcástico de un esclavo enterrado en la arena hasta el cuello condenado a pelear contra un león suelto. El felino entonces atacó al indefenso sujeto, éste lanzó una mordida defensiva a una de las garras del feroz animal y, desde la tribuna imperial le gritaron: !Pelea limpio, pelea limpio!

Los Estados Unidos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y el presidente de Francia, Nicolás Zarkozy, convertido en líder europeo, eso es lo que pretenden en el conflicto libio, al pedir el cese al fuego intantáneo cuando las tropas de Gadafi se acercan a Bengasi, último reducto rebelde, e insisten en la creación de una zona de exclusión aérea, donde los nacionales no cuentan.

Desde el primer momento que los Estados Unidos apoyaron a los opositores de Muamar al Gadafi y a los terroristas de Al gaeda, vieron servida en bandeja de plata la oportunidad esperada para saldar una vieja cuenta con el líder libio, pendiente después que le asesinaron a una hija e hirieron a varios familiares. Muerto Muamar, tendrían el ansiado petróleo y la posición estratégica del cuarto mayor país del Continente africano sobre la costa mediterránea.

La ONU, lejos de unirse para evitar la guerra y preservar la paz, mediante el diálogo y el entendimiento entre los habitantes de esa nación, tomaron parte a favor de quienes quieren en Libia , repetir otro Iraq, al extremo de que su secretario general Ban Ki-moon, apoyó la intervención extranjera para “preservar la paz”, y ordenó el inmediato cese al fuego de las fuerzas nacionales contra los insulgentes en retirada, o sea, es el mismo idioma que transmite la embajadora estadounidense Susan Rice, quien, más allá del pasillo aéreo, exige medidas militares foráneas para “salvaguardar” a la población civil.

El presidente de Francia, Sarkozy, tampoco desaprovechó el conflicto para autocondonarse otra deuda: el dinero que Gadafi le prestó para sufragar la campaña electoral del 2007, trapito sucio que le sacó Saif al Islam, hijo del mandatario Libio.

En el conflicto bélico que atraviesa Libia, es evidente -a la intemperie- que los intereses por el petróleo y en dinero en juego, priman por encima de la tragedia civil que pende sobre ese pueblo capaz de resolver sus propias divergencias, sin la intromisión de los Estados Unidos, la OTAN y la ineficiente ONU, capaces de provocar un nuevo Iraq o Afganistán de mayor magnitud y consecuencias imprevisibles.

En conclusión, lo que quieren los opuestos a Gadafi fuera de frontera, es que deponga las armas, deje bombardear sus posiciones y enterrados hasta el cuello en las arenas del desierto, se disponga a morir dentro de las fauces del león internacional que, además, le pedirá que se ate las manos como la famosa pelea del león suelto con el mono amarrado.

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