Belicosas: En Angola, un búlgaro pregunta por su amigo camagüeyano.



Cuando descolgué el teléfono y escuché, de inmediato pensé que se trataba de una broma de alto mando, pues la voz del capitán Jefe del Estado Mayor del Regimiento era inconfundible y la jarana nunca advertida en él, que mandaba más por el respeto que infundía al dirigirse a sus subalternos que por las órdenes militares que no se discuten ¡Se cumplen!, jamás la percibí en el largo tiempo que ambos
coincidimos en Angola.

A menudo soldados y oficiales de Negage, al norte del país africano, jaraneábamos con aquello de: Fulano, te buscan en la Posta Uno (entrada principal de la otrora base de la OTAN), quizás para espantar un poco el gorrión, la nostalgia, por la familia y Cuba, distantes a más de 11 000 kilómetros, no menos de 14 días en barco y alrededor de 14 horas de vuelo en un IL-62-M.

--Sí, preséntese aquí en el Estado Mayor que lo están esperando…, sonaron las palabras con acento de región oriental cubana: QSA5, altas y claras, ante el silencio, sin interferencias, de mi asombro.

Frente a mí, un hombre de ojos claros, tez rosada, cabello rubio y mediana estatura, se extraña más que yo al verme. Queda prácticamente petrificado, hasta que balbucea en perfecto español: --No, esteee nooo es mi amigo camagüeyano.

Iván Nikov, que así se llama este carismático personaje, llegó a Camagüey en los primeros años de la Revolución desde Bulgaria para contribuir al desarrollo pecuario en la principal provincia ganadera de la Isla y, específicamente, contribuyó al desarrollo genético equino donde conoció al periodista del Diario Adelante, Rolando Sarmiento Hernández, con quien trabó una amistad que se afianzó, a medida que el búlgaro consolidó su estancia en Camagüey, al casarse con una hermosa mujer de la tierra de los Tinajones.

Después, regresó a su Patria o a otra parte del planeta, el caso fue que de Iván nada más se supo. Él me confesó que en cualquier país, lugar, por recóndito que fuera siempre indagaba si había camagüeyanos y trataba de hacer contactos con ellos.

Así, inesperadamente, tenía delante de mí en Angola, un búlgaro que, de civil, volvía a brindar sus servicios internacionalistas al recién liberado país africano con la contribución militar cubana.

Iván, prestaba en esos momentos sus conocimientos avícolas en la zona y residía en Uige -unos 35 kilómetros-, capital de esa región, por donde Holden Roberto, líder del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) y aliado de los Estados Unidos y los sudafricanos, huyó derrotado hacia Zaire, tras la victoria de Quifandongo.

¿Cómo llegó hasta mí, Iván?

Preguntó que si entre los soldados internacionalistas había camagüeyanos y le dijeron que una Compañía de Comunicaciones la componían reservitas de Camagüey y uno de los jefes era también periodista y coincidía con el mismo nombre y apellido que él buscaba…
Mi papá, murió hace algunos años y de Iván Nikov, su amigo, nunca más he sabido en los últimos 34 años de aquel inolvidable encuentro.



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