De Nueva Orleáns a Santa Cruz del Sur: El largo trecho de dos sistemas diferentes

Katrina y la inseguridad de los desvalidos habitantes de Nueva Orleáns.

Fotos Otilio Rivero Delgado y archivo

El pasado 29 de agosto del 2005 –hace cinco años- el Huracán Katrina, desató sus malévolas fuerzas en el sur y centro de los Estados Unidos. Solo los fallecidos se calcularon en 1 833, aunque en Nueva Orleáns, donde explotaron los viejos diques, no se sabe cuántas personas desaparecieron. Se estimó un costo humano impreciso de 1 464 muertos.

Cuba entonces, brindó inmediata ayuda médica especializada mediante la Brigada Henry Reeve, pero fue rechazada por la prepotencia imperial, mientras más víctimas cobraban la apatía gubernamental y la evitable contaminación de enfermedades.

Hoy, al cabo de cinco años de la catástrofe natural y la desatención humana, miles de damnificados deambulan sin hogar o “viven” en precarias condiciones. Otros muchos, ni siquiera han podido volver al querido terruño, a Nueva Orleáns, cuna del jazz.

La mayoría negra, que sufrió la retirada forzada tras la inundación desatada tras el meteoro, vio cómo el dominio sobre la política local que había tenido en las últimas décadas se fue desvaneciendo, hasta que casi todos los órganos electivos están en manos de blancos.

Este año fue elegido el primer alcalde blanco (Mitch Landrieu) desde 1978. En la Asamblea Municipal, sólo hay un negro. Hasta el consejo de educación tiene mayoría blanca. Y hoy no existe ningún político negro que agrupe a la comunidad. Antes de Katrina, sin embargo, todas las instituciones de la ciudad tenían mayoría de ciudadanos negros.

Habitantes y analistas afirman que el giro es resultado de un esfuerzo deliberado. El primer plan de reconstrucción de la ciudad preveía construir parques en los barrios negros devastados. ¿Dónde volverían entonces los antiguos residentes? De preferencia, a ningún lugar.

A SOLO DOS AÑOS DE PALOMA

El 8 de noviembre venidero los habitantes de Santa Cruz del Sur, recordarán el segundo aniversario de la destructiva embestida del huracán Paloma, sin pesar, porque no hubo que lamentar ninguna pérdida humana y los damnificados que perdieron pertenencias y hogar viven bajo un techo mejor.

La playa quedó arrasada, pero mucho antes de la cercanía del fenómeno natural sus residentes fueron trasladados por la Defensa Civil hacia la capital provincial, donde recibieron confortable alojamiento, alimentación, atención médica y durante el período de albergamiento, los niños y jóvenes no perdieron un día de clases, y a nadie se les preguntó afiliación política, creencia religiosa, profesión, ni posición social.

Todo corrió gratuitamente por la economía nacional, afectada por más de 10 000 millones de dólares a causa de tres huracanes de gran intensidad que azotaron el país: Gustav, Ike y Paloma, y el peor de todos los azotes, incalculable en costo humano y material: el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por los Estados Unidos hace más de medio siglo.

De entonces a acá, la solidaridad nacional del trabajo y de los amigos de Cuba en el mundo, hicieron en tiempo récord el milagro posible de que hoy los damnificados que lo perdieron todo, vivan en confortables apartamentos de elementos prefabricados, con electricidad y teléfono soterrados y distante tres kilómetros del apacible y de pronto embravecido mar del sur, Mar Caribe.

Algunos se empeñaron en permanecer en la playa, en reparar las casas dañadas del litoral embestido, con materiales de construcción gratuitos o a bajo precios; sin embargo sobre la mayor parte del suelo raso abatido no quedó la desolación, decenas de vacacionistas locales y foráneos pueblan el lugar para disfrutar de la naturaleza marina y de las disímiles instalaciones y ofertas del verano, de los servicios gastronómicos al alcance de todas las economías.

EN AGOSTO, CINCO AÑOS DEl KATRINA

El 29 de agosto del 2005 el huracán Katrina, desató sus malévolas fuerzas en el sur y centro de los Estados Unidos. Solo los fallecidos preliminares se calcularon en 1 833, aunque en Nueva Orleáns, donde explotaron los diques, no se sabe cuántas personas desaparecieron. Se estimó un costo humano de 1 464 muertos.

Cuba, entonces, brindó ayuda médica especializada mediante la Brigada Henry Reeve, pero fue rechazada por la prepotencia imperial, mientras más víctimas cobraban la apatía gubernamental y la evitable contaminación de enfermedades.

Hoy, al cabo de cinco años de la catástrofe natural y la desatención humana, miles de damnificados deambulan sin hogar o “viven” en precarias condiciones. Otros muchos, ni siquiera han podido volver al querido terruño, a Nueva Orleáns, cuna del jazz.
¿Por aquí pasó Paloma? Las vidas protegidas por la Revolución en el cinturón costero, hoy multiplica la alegría veraniega, mientras tierra adentro, confortables apartamentos no permitirán sorpresas huracanadas.
Sólidos y  funcionales apartamentos ocupan hoy los damnificados de Paloma, fuera del peligro del impredecible mar.

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