Si cierro los ojos y los vuelvo a abrir quisiera ser delegada

Desde aquel domingo 17 de octubre de 1976 hasta hoy, la joven y renovada Iraida Curró Basulto es noticia en las páginas de los periódicos, la radio y la televisión.

“Ese día me eligieron delegada fundadora del Poder Popular y cuando me ví rodeada de personalidades destacadas de la provincia, me preocupé y cuestioné internamente si podía cumplir las expectativas de mis vecinos, del pueblo “Pero ese no fue todo el susto: un mes después resulté electa diputada a la Asamblea Nacional en su primera legislatura con misiones de trabajo en seis provincias del país”.

Muchos de sus electores, vieron nacer y crecer a la delgadita y respetuosa niña de Unión Primera en el reparto Torre Blanca, en la ciudad de Camagüey, donde ha vivido siempre sumergida en los libros, en la lectura apasionada de textos interesantes, su  asueto  preferido.

-Tres décadas atrás, ¿Cómo era la barriada donde viste la vida?

“¡Uf!, calles de tierra, cruzadas por zanjas de desagües, la tienda de víveres era muy pequeña para más de 3 000 habitantes, no había venduta y los problemas de viviendas no eran pocos…”

¿Qué Iraida tengo ahora enfrente, aquella u otra?

“Sí y no: Era 34 años más joven, profesora de español que impartía clase en la escuela de enfermera y estudiaba derecho…que me subía en un camión con mis vecinos e iba a la fábrica 26 de Julio en Nuevitas, a Siguaney, a cualquier parte y traía cemento y demás materiales de la construcción para transformar nuestro barrio.

“Y así,  hicimos dos bodegas con sus respectivas casillas, dos vendutas, una tienda para la venta de ropa, un punto de gas, se repararon las calles, las viviendas, mejoraron los servicios del agua, alcantarillado… se fomentaron y organizaron las actividades sociales, y  aún cuando faltan muchas cosas por terminar y  hacer, la acción del gobierno popular con esfuerzos propios, cambió la vida común para mejor”.

Sin embargo, la Iraida de hoy, no se nota cansada ni ceja un ápice por la comunidad que la ha elegido  los XIV períodos de mandato de los órganos locales; sólo que ya no derrocha palabras en airadas porfías, las dice precisas, exactas, oportunas, envueltas en relampagueantes sonrisas, porque los años enseñan y el ser abogada, y profesora de filosofía en la Universidad de Camagüey, también aderezan suavidad al imbatible ímpetu.

El perfeccionamiento del Poder Popular, puso al delegado, a la delegada en su justo y cimero lugar político, gestionador, controlador, fiscalizador… de los bienes del Estado: ¿Cómo reaccionaron tus electores cuando ya no repartías recursos?

“Igual, confían en mí, en la Revolución, saben que si no reciben cemento, no se asfaltan las calles…es porque no hay recursos y la gente sigue a mi lado y yo al lado de mi gente hasta que quieran.

-¿El huracán Ike y el asentamiento Salomé?

“Eso fue terrible, a mí se me cayó Salomé: cuando yo llegué a la Calle A y ví las casas en el suelo, tenía ganas de llorar y  eso que yo no soy llorona, y me dije: ¿Cómo vamos a resolver esto?

“Y  empezamos poco a poco y hoy Salomé, no es el que dejó el ciclón ni se parece al que había antes, ahora es mucho mejor”.

-¿Le gusta que le digan que es una delegada guapa?

“No, pero así me dicen mis electores; eso sí, soy optimista, ejecutiva a la hora de resolver un problema y en estos 34 años junto a mis vecinos perdí el nombre: nadie me llama Iraida, sino la delegada”.

Iraida, sin embargo, es de carne y hueso, única hija, perdió a sus padres que tanto la ayudaban a cumplir con el trabajo y las impredecibles tareas de delegada. ¿Por qué se mantiene?

“Por mi gente, mis vecinos, mi barrio, así lo quieren y cuando ellos lo decidan dejo de ser delegada, aunque te digo una cosa: si cierro los ojos y los vuelvo a abrir quisiera ser delegada.

¿Populista o popular?

"Pregúntaselo a ellos".

-¿Qué quisiera hacer en este nuevo mandato?

“Montar un gabinete telefónico inteligente para ponerle teléfonos a mis electores; terminar de asfaltar las calles, arreglar la cuartería de Palmira que me ha dado mucho trabajo, llevar el agua a Salomé y reparar el hueco de la calle Sociedad Patriótica…”

-Casa adentro, ¿Cómo es Iraida?

“Me gusta leer como le dije y manejo fácil los idiomas…No, el inglés no, el húngaro, el francés y un poco alemán. ¿El chino?, sí, a veces cuando no puedo solucionar un problema de la comunidad hablo hasta en chino.

“No soy fiestera, ni cocino bien, me gusta la naturaleza, el mar y nadar…”

-¿Nadar?

“Sí, nadar, nadar en cualquier agua”.

Y se ríe con picardía, nerviosa -cual la primera vez- ésta, una de las pocas mujeres fundadoras del Poder Popular en Cuba, que se mantiene  reelegida siempre en primera vuelta por más tiempo que la mitad de su inquieta vida.

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