El Midas de las guerras



Este cuento no es de Hadas ni anónimo porque lo han escrito muchos presidentes de los Estados Unidos ni es mitológico aunque en pleno siglo XXI un Premio Nobel de la Paz pretenda ser Rey Midas para que todo lo que toque se convierta en oro negro y sembrar muerte y destrucción a su paso, pero es terriblemente cierto.


El sábado Barack Obama confirmó la decisión de atacar a Siria sin esperar por los resultados de la misión de las Naciones Unidas (ONU), incluso, si el Congreso norteamericano no lo aprueba, él –dijo-tiene facultades para antes de salir de la Casa Blanca, seguir la tradición de dejar para la historia  su propia guerra.

No importa si es vilipendiado o no el prostituido pretexto de hacer y deshacer al antojo del Imperio. Desde que la historia USA se desprendió de las Trece Colonias, los inventos de proteger la seguridad nacional seguirán alarmando a un pueblo que, en su gran mayoría apolítico, no sabe ni siquiera dónde está Siria y porqué tan lejos representa una amenaza para ellos.

El caso es que el primer mandatario de la Casa Blanca ha dicho sin ningún desenfado que “podría ser mañana, en una semana o un mes, desde ahora”, la lección a Siria por el supuesto uso de armas químicas causante de la muerte a unas 1 300 personas.

De antemano Obama descarta que los grupos de mercenarios, rebeldes opositores y elementos terroristas de Al Qaeda que apoya EE.UU. y sus aliados de Europa y la región en el conflicto del Oriente Medio, actuán libre de sospecha porque son “incapaces” de matar a nadie y menos a civiles.

Es tan ridículo y debilucho el argumento de intervención, que antes de llegar a oídos sensatos se desvanece para entrever la verdadera intención del “nuevo” Rey Midas de tocar con sus milagrosos misiles cruceros el país árabe robar su oro negro y multiplicar las pérdidas humanas como antes hicieron en Japón, Corea, Vietnam, Afganistán, Irak, Libia…

Y así bajo las patas de Burros demócratas y Elefantes republicanos van cayendo las maravillas milenarias de la humanidad hasta que un día -cual el cuento mitológico- Estados Unidos reflexione:

¡Maldito oro! ¡Déjame vivir en paz! ¡Ten compasión de mí, Sileno, y quítame este poder! Por mi ambición me he convertido en el ser humano (país) más solo y más desgraciado del mundo.

Ojalá también que el dios “Sileno” de todos los hombres cuerdos del mundo: impongan ahora la paz y el diálogo, frente a la inminente,  deshumanizada y avariciosa  agresión impredecible a Siria.

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