El cielo se puede tocar en las aguas de Cayo Cruz,
atrayente paraje al norte de Camagüey de
playas azules y arena inmaculada.
La naturaleza creó el maravilloso paisaje que el hombre,
piedra a piedra, unió a la tierra firme a través de un pedraplén de 43
kilómetros que atraviesa la Bahía de Jigüey sobre doce puentes y numerosas
obras de fábricas menores, para enlazar Cayo Romano con Cayo Cruz, 18
kilómetros cuadrados de exuberante belleza.
Doce kilómetros son de playas vírgenes “descubiertas” por
Fidel Castro Ruz, excelente nadador quien disfrutó las cálidas aguas en uno de
sus viajes al lugar, donde a continuación aparecen en la cercana lontananza
Mégano Grande y Paredón Grande, con caprichosas y blancos balnearios naturales
de la sinuosa costa.
Fidel los días 22 y 23 de septiembre de 1989 trazó el
desarrollo turístico de la zona, iniciado por el Contingente Camilo Cienfuegos
con la vía sobre el mar, proyecto congelado por más de dos décadas y reiniciado
con la reparación del pedraplén y las bases constructivas para la edificación
de una red hotelera y servicios complementarios para más de 12 mil turistas a
la vez.
Tras las huellas de aquellas zancadas precisas, que mucho
antes pisaron las arenas victoriosas de Playa Girón, trabajadores del colectivo
del periódico Adelante, primer periódico fundado por la Revolución después del
triunfo de enero, hace 55 años, sintieron vibrar la historia cual una inyección renovadora.
A lo largo del trayecto de ida y regreso, bandadas de
rosados flamencos levantan el vuelo o picotean el abundante alimento marino,
mientras que esporádicamente en la verde franja costera hasta Versalles, en
Cayo Romano, caballos salvajes y escurridizos venados… se deslizan libres en
horarios de “invisible” soledad.
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